“Quien sea. Donde sea. Cuando sea. Toda persona tiene derecho a buscar protección”: Día de las personas refugiadas
Desde PUEBLOS UNIDOS nos unimos a la Jornada del día mundial de las personas refugiadas para seguir construyendo una cultura de Hospitalidad al servicio de una sociedad común desde las claves del acompañamiento, el servicio y la defensa de las personas refugiadas.
La Jornada nos recuerda que 65.400 personas están pidiendo protección internacional en 2021. Un 26% menos que el año pasado dadas las difíciles condiciones sociales que la pandemia ha provocado. Personas que se unen a las más de 100 millones de personas que se ven forzadas a desplazarse en el mundo. Y que reclaman con sus propias vidas una sociedad de acogida e inclusión. Huyen de conflictos armados, del empobrecimiento y la desigualdad, del cambio climático, y de la falta de acceso a los recursos para vivir.
Y todas esas personas, con la propia identidad que enriquece la diversidad humana, merecen un trato digno en todo el itinerario que recorren en su búsqueda de acogida y protección. Una búsqueda que es un derecho humano que no está sujeto a negociación alguna.
La pandemia de la COVID-19 dificultó mucho, sobre todo con el cierre de fronteras, los sistemas de acogida, social, política y humanitaria. Y tras los días más duros de la pandemia, el conflicto de Ucrania visibilizó, por un lado, una gran ola de solidaridad, pero al mismo tiempo desveló una doble vara de medir a la hora de facilitar el acceso al amparo de los refugiados según intereses políticos o coyuntura. Este advierte de que si existe voluntad política, las respuestas de hospitalidad pueden ser posibles y el aumento de recursos también. Por lo que, desde PUEBLOS UNIDOS reclamamos la voluntad política y recursos económicos y administrativos que garanticen eficazmente el derecho a solicitar asilo en España y en la Unión Europea. Y a la vez políticas de protección a la población refugiada teniendo en cuenta especialmente a las personas que puedan estar en condiciones de mayor vulnerabilidad.
Van y Vienen por muchas tierras, o les hacen viajar obligados, a través de los libres caminos a los que tiene derecho la humanidad para que nunca, ningún hogar, pudiera ser abandonado obligatoriamente a menos que “el hogar sea la boca de un tiburón” (Warsan Shire ). Van y Vienen por muchas tierras, también por la nuestra y llaman a nuestra puerta en Pueblos Unidos. De sus llamadas y sus vidas queremos hacernos eco, y especialmente, queremos reclamar – unidos a otras voces en el camino de la hospitalidad – ese derecho a solicitar asilo, algo que está en serio peligro si no se agilizan los necesarios recursos.
Manifestamos nuestra preocupación por el hecho de que en Madrid no hay manera de solicitar cita para expresar la solicitud de asilo. Esto conlleva al menos dos situaciones muy preocupantes para las personas migrantes forzosos:
1) Personas que vienen huyendo de un país pueden sufrir una orden expulsión que les repatríe a ese país del que huyen, pueden ser devueltas a situaciones de riesgo o persecución.
2) Personas que no pueden acceder al sistema de acogida y que no podrán tener la protección de una acogida residencial preventiva mientras se resuelve la solicitud, pudiendo acabar en una en situación de calle, con unos servicios ya muy saturados. Es decir, familias, madres solas con hijos y personas que huyen de lugares cargados de violencia que duermen en nuestras calles.
Esa muchedumbre de personas refugiadas que apenas ocupan portadas en los medios y que se cuelan, casi a escondidas, debajo de tantas otras noticias más superficiales, ya acumulan muchos, demasiados papeles y solicitudes sin resolver. Quizás, es hora de escuchar esas vidas que suman fronteras, pateras y cayucos, desprecios y olvidos; hora de conocer a que sabe la vida que se va escapando sin protección, sin defensa, caminando de nuevo a no sabemos que otra tienda, choza o tierra donde exponerse a nuevas violencias.
Cada día nos hablan con limpios y directos testimonios por encima de publicidades engañosas a conveniencia de no sabemos qué oscuros y excluyentes intereses. Siempre políticos. Sus palabras atronan en nuestros oídos y alcanzan nuestras vidas, desenganchándose de leyes prolijas, lentas y no aplicadas que son como jirones de dolor pegados a sus vidas. Lo hacen solos/as o acompañados/as y nos recuerdan con sus justas luchas y gritos que sea quien sea, donde sea, y cuando sea, toda persona tiene derecho a buscar protección. Comprendemos, junto a miles de ecos, sumando nuestro camino al de otros, que su lucha no es solamente cuestión de un día local o mundial. Cada día es ya ese día, esa jornada con minúscula, para seguir luchando por ello. O quizás para empezar.